LA CANTANTE CALVA - Nota: Marilu Maygret
“La
Cantatrice Chauve”, primera obra de teatro escrita por Eugène Ionesco es uno de
los pocos espectáculos de Buenos Aires que con Dirección y Puesta de la
Leticia Tomáz proponen un aire fresco de humor de increíble actualidad.
Esta
obra, junto a las de Samuel Beckett, Antonin Artaud, Jean Genet, o Harold
Pinter entre otros, forma parte del Teatro del Absurdo. Una de las
características principales de este género contemporáneo es el cuestionamiento
del hombre y la sociedad a través del humor. Las tramas de estas obras parecen
no tener significado, no hay interés por contar una historia, los diálogos se
repiten o parecen incoherentes, desacertados, confusos, enredados, complicados
e ilógicos.
Con un
vestuario apropiado (Ana Julia Figueroa) un muy buen maquillaje (Lis Lun) y los
suficientes elementos de puesta: dos sillas tapizadas, un reloj descompuesto,
dos marcos de aberturas para salida de los personajes como escenografía (Susan
Russo) y una bellísima alfombra inglesa se logra la ambientación de esta casa
muy aburguesada.
Allí un
matrimonio muy inconfundiblemente inglés, los Smith (Darío Serantes y Leticia
Llagostera) tienen una conversación donde ridiculizan a los demás y se
divierten por ejemplo del doctor que “nunca recomienda más medicamentos que los
que ha experimentado” y que incluso “se hizo operar el hígado él mismo sin
estar enfermo”.
Mary
(Lis Lun), la criada anuncia la llegada del Señor Martín (Nicolás Giménez) y su
Señora (Guadalupe Iturbide). Mientras los recién llegados esperan a los
anfitriones hablan entre ellos como dos desconocidos y se van asombrando ambos
de las coincidencias que van encontrando: han venido en el mismo tren, tienen
los mismos hijos, viven en la misma calle e inclusive comparten la misma cama.
Más
tarde, se recibe la visita del Capitán de Bomberos (Matías Stella) quien les
pregunta reservadamente a ambos matrimonios si “no tendrán fuego en su casa”.
Como le dicen que no se irá, pero antes de hacerlo cuenta unas anécdotas en
tono bromista que arranca carcajadas sonoras en el público presente.
Llangostera e Iturbide se destacan por el uso de diferentes matices de gestualidad,
mímica y rictus caricaturescos. Leticia Tomás presenta un trabajo sólido que
exploró con seriedad y se observa principalmente en el tratamiento del
lenguaje, del tiempo y de los problemas de comunicación entre los personajes.
“La
cantante Calva” divierte y nos hace pasar un muy buen momento, nos invita a
cuestionarnos sobre situaciones que nos resultan cotidianas. El mismo Ionesco
lo afirmó hace dos décadas atrás también con mucho humor: “Soy autor porque
deseo hacer preguntas. Si tuviera respuestas, sería político”.
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